Miro hacia la puerta y de pronto salgo corriendo, no reparo en la Eugenia, que está ahí, expectante, ella sabe que me puede llevar a cualquier lugar antes que nada, pero aun así no la tomo, quiero sentir todo, cansarme y cansarme, correr, dejando la puerta y el portón abierto, que nada importa.
Tropiezo con el perro pirata del vecino, me mi (/ra/sólo ve la mitad) y se pregunta que hace la tipa pajera caminado tan aprisa, ni siquiera corre en las carreras con su hermano (mentira, lo que pasa es que él no alcanza a ver esa parte, es tuerto) y ahora osa atropellarme. ¡Qué importa!, lo que importa es que corro y que aun no llego y que aun no me canso y que aun no sé donde voy y que aun y que aun.
Doblo, corro, corro, miro, siento el viento, todo bien, nada importa, tan sólo que estoy armando lo que hace mucho tiempo necesitaba edificar. Corro, entiendes?, ¡CORRO!, quién corre en estos días para ser feliz?, quién corre buscando sus sueños y anhelos?, quién corre por correr, sin importarle nada, sin ropa deportiva, sin fines esculturales, sin ir apurado. Buscando, armando, queriendo, soltando, creando la imagen de su pie feliz, alcanzado a su otro pie feliz,jugando una pinta eterna.
Yo corro y avanza estrepitosamente más rápido en mi cabeza, que en las calles y edificios, que en el papel y los cajones, que los viejos porfiados y los autos modernos. Corro, entiendes?
Y no me disculpo por insistir, porque estoy corriendo como creo nadie lo hace, con y sin querer.
Como creo nadie lo hace, ¿de verdad nadie lo hará?, ¿DE VERDAD?, ¿será que alguien ha corrido alguna vez así?, ¿será que anda muy lejos y por eso no lo veo? ¿o que disfruto tanto esta sensación ingobernable, innovadora, innumerable, innombrable... imposibilitándome a palpar a la otra persona que, quizás, está corriendo más allá.
La sensación se escapa, de a poco, no, no, no, que no se valla, me canso, no llego, creo estar, tan tan cerca, ese deseo inclasificable se vuelve cada vez más claro, ¿por qué?.
Comienzo a cansarme, los hermanos encuentran más entretenida la escondida, me disminuyo de a poco, el viento ahora molesta, voy llegando, veo una puerta, corro otra vez, queriendo volver, volver, volver a sentir. Busco, busco, busco, toco, no veo nada...
Ahora me doy cuenta que, Eugenia no tiene aire y que no me atrevo a correr, correr.
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