Un durazno, un durazno, ricas frutas de temporadas, siempre esperadas, como las frutillas o los kiwis, pero son diferentes, porque los hay peludos, pelados, de plátano...
Son medios ácidos a veces, la cáscara es lo más rico, pero es de lo que menos hay.
Te lo vas comiendo, sabiendo que el primero de los primeros, siempre fue el más rico, nada del primero de año(esas absurdas pero geniales costumbres no valen), en ocasiones hasta pueden ostigar, sacando chispas tales: no como más!, nunca! hasta el próximo verano, à tout à l'heure...
Te chorrea, lo das vuelta, lo chupas, lo muerdes, sacas pedazo.
Llegando al cuesco, te desesperas, es que se acaba; Podrías dejar esos pequeños retazos, para las hormigas(aplastables, TODAS!), pero NO, no quieres compartir, juntas los dientes, encuentras tus uñas, arremetiendo, indagando contra esos ínfimos dobleses.
De tanto pensar en que el cuesco, la carne, la cáscara, LA CÁSCARA! son tuyos, te aferras a esa nada, te ríes y lo guardas.
2 comentarios:
Yo prefiero comérmelo =B
Si lo guardo se puede reventar Y.Y
Guardas el cuesco. bonito.
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